lunes, 30 de abril de 2012

Nuria

Han pasado muchos años desde aquel verano de locura, aquel verano que empezó en enero con una frase en un chat, "alguien quiere hablar conmigo", yo respondí e iniciamos una conversación, al terminar nos despedimos y como tantas y tantas de chat, pensé que allí terminaría todo, pero no sé si para mi suerte o desgracia no fue así, unos días despues volvimos a coincidir y seguimos hablando, comenzando a conocernos algo más y cual fue mi primera sorpresa al descubrir que era una chica de 14 años, casi 15 muy adulta. Los contactos fueron pasando de ser esporádicos a casi diarios y la calidad de las conversaciones, también aumento, sobre todo cuando ambos nos abrimos por completo, ella era una esponja, quería saber y aprender de todo, pero sobre todo de sexo, de chicos, los sábados noche al volver a casa ambos nos contábamos nuestras experiencias, hasta que en una noche ambos nos dimos cuenta que nos dolía contarnos esas cosas y tras u n silencio surgieron las palabras mágicas, un tímido te quiero, ambos sabíamos que era algo difícil, con diez años de diferencia y ritmos de vida totalmente diferentes y por cierto sin vernos físicamente, algo que provocó un primer distanciamiento, yo no era su prototipo de chico ideal, pero tras una semana sin contacto, me llego un mensaje suyo y algo más importante una fecha para vernos, en agosto, el día que le daban las notas se iba un mes de vacaciones con sus padres. La espera se hizo larga, pero mereció la pena. Al fin llego el día del gran encuentro, un café con dos de sus amigas, nervios y manos sudorosas y llego la hora de la despedida y fue en ese momento cuando todo empezó, al ir  subir al autobús se volvió y me dio un beso en los labios, instantes después me llegaba un mensaje, "me moría de ganas de besarte desde que llegaste, pero sabía que no te atreverías, mañana nos vemos los dos solos". Y así fue ya no nos cortamos, nos tomamos un café y nos fuimos pronto de la cafetería a mi coche y en él a un pinar para estar más tranquilos, nos besabamos afanosamente y nuestras manos recorrían ávidamente nuestros cuerpos, primero sobre la ropa, luego bajo ella, a pesar de la excitación, notaba como sentía ella esas primeras sensaciones de que una mano recorriese su piel, aquella primera tarde no pasamos de allí, llego su hora de volver a casa. La semana se hizo eterna, todas las noches hablabamos por teléfono y terminabamos masturbandonos, recordando yo sobre todo ella contandome que era la primera vez que vivía algo así, incluso que para aquel entonces tan apenas se masturbaba; al fin llego el sábado, volvimos a nuestro rincón, allí hablabamos de su nacer al sexo, de sus reacciones y en ello seguimos descubriendonos, nos desnudabamos salvo la braga y el slip y si bien la primera vez que le bese los pechos sintió rechazo, luego no paro de suplicarme que se los volviera a besar y le siguiera descubriendo al sexo. Así pasamos las tardes de los fines de semana hasta que una semana antes del comienzo de curso me dijo que sería mejor que separasemos nuestros caminos, pero antes de ello quería sentir algo nuevo alo que accedí, así nos desnudamos por completo y ella comenzó a jugar con mi falo y yo con mis dedos en si coñete virgen peludico pero muy sabroso un momento después fue mi boca la que comenzó a besarlo, mi lengua a explorarlo y q juguetear con él tuvo un primer orgasmo cosa que le encanto e instantes después volví a la carga para provocarle un nuevo orgasmo, tras ellos ella volvió a mi falo lo beso y comenzó a chuparlo con cierto repelús al principio, hasta que le encontró el gustillo y se dejo llevar, no paró hasta instantes antes de mi eyaculación, tras ella estuvimos un rato jugueteando, nos limpiamos bien y nos despedimos, día después recibí su último mensaje, "gracias por este verano, maestro amigo"

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